martes, 7 de agosto de 2012

El Infierno y la Confesión



Existe una visita que hizo Santa Faustina Kowalska (Apóstol de la Divina Misericordia) a los abismos del infierno.

# 741 - Diario. La Divina Misericordia en mi alma. Santa Faustina Kowalska.

'Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo remordimiento de conciencia; el tercero, aquel destino no cambiará jamás; el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina; el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo; el sexto tormento, es la compañía continua de Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos. Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos de tormentos donde un tormento se diferencia del otro. Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ése será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse diciendo que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es.

Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo la orden de dejarlo por escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas. Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco intensamente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado'.

La Confesión Sacramental de los pecados

A los sacerdotes se les ha dado el ministerio de la reconciliación. Ellos interceden ante DIOS por el perdón para el pecador. El sacerdote es meramente un instrumento de DIOS. Este ministerio dado por Dios es mostrado en forma muy clara en la Santa Escritura:

Mateo 16:19, cuando Jesús dio poder y autoridad a Pedro,

"Yo te daré a ti las llaves del reino de los cielos, y cuanto tú atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto tú desatares en la tierra será desatado en los cielos."

Mateo 18:18,

Jesús le dio poder a todos los Apóstoles, "En verdad os digo, cuanto ustedes atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto ustedes desatareis será desatado en el cielo."

Juan 20:21-23,

"Díjoles otra vez, la Paz sea con vosotros. Como me envió Mi Padre, así os envío Yo’.. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos’."

Mateo 10:40, "El que os recibe a vosotros a Mi me recibe, y el que me recibe a Mi, recibe Al que me envió."

Claramente, los Apóstoles recibieron la autoridad de desatar pecados, o atarlos, en la persona de Cristo. Cómo podrían ellos llevar esto a cabo si no saben cuales pecados perdonar? El pecador debe confesar sus pecados como ya se ha mostrado. Los Apóstoles obviamente no vivirían para siempre, y el pecado siempre estará con nosotros, así es como pasaron la autoridad a otros.

2 Corintios 2:10,

"Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono Yo, pues lo que Yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono, "En la presencia de Cristo." El sacerdote dice en el confesionario,

"Yo te absuelvo de tus pecados." El sacerdote está actuando "en Persona Christi", es decir en la persona de Cristo. Si el sacerdote está actuando en la persona de Cristo, entonces es Cristo a quien le confiesas tus pecados. Es solamente Cristo quien los perdona. El Supremo Sacerdote ordenó a los Apóstoles a continuar Su misión sacerdotal.

Santiago 5:14-16,

"Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros (sacerdotes) de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará, y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados. Confesaos, pues, mutuamente vuestras faltas y orad unos por otros para que os salvéis. Mucho puede la oración fervorosa del justo."

Santiago nos enseña que debemos acudir a los "sacerdotes" y no a cualquiera, para ser "ungidos", y para el perdón de los pecados. Es a los sacerdotes que San Santiago nos dice que confesemos nuestros pecados. Aunque cada vez es mayor el desprestigio en general del sacerdocio, no pierden los sacerdotes ese poder del que Jesucristo les investió. Y no hay mayor poder que ese: PERDONAR LOS PECADOS, que nos puede salvar de la condenación eterna. Sabio es etenderlo.

Luis Eduardo López Padilla
16 de Julio del 201

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