lunes, 4 de julio de 2011

Padre Stefano Gobbi

MENSAJES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN AL PADRE GOBBI


Jesús viene.
Permaneced con Jesús en la Cruz
En el sepulcro nuevo
En espera de su glorioso retorno
Las dos alas de la gran águila
El enorme Dragón rojo
La bestia semejante a una pantera
La bestia semejante a un cordero
El número de la bestia: 666
Poseed el testimonio de Jesús
Aquí debe mostrarse la constancia de los santos
La marca en la frente y en la mano
Grande es mi dolor
El Ángel del primer flagelo
La nueva Jerusalén
Una corona de doce estrellas
El tiempo se ha cumplido
Abrid vuestros corazones

JESÚS VIENE

Hijos predilectos, hoy es vuestra Pascua.
Vividla en intimidad de vida con Jesús, vuestro Hermano, que os ha asociado personalmente al ejercicio de su Sumo y Eterno Sacerdocio.
¿Vivís en el amor hacia Él?
¡Cuánto os ha amado Jesús!

–“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
–“He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer”.
¡Cuánto os ama Jesús!

Aún sigue renovando cada día el don de ésta su última Cena, de su Sacrificio cumplido en el Calvario.

Vosotros sois parte importante de este su designio de Amor.
Hoy os encontráis reunidos en torno a vuestros Obispos, para renovar las promesas que hicisteis en el momento de la Ordenación Sacerdotal.

Renovadlas con alegría y con confianza.
Renovadlas con amor en señal de profunda gratitud hacia Aquél que os ha elegido.
Cada día Jesús viene por medio de vosotros, sus Sacerdotes e hijos de mi maternal predilección.

Jesús viene por medio de vuestra palabra, que repite las palabras de su Evangelio de salvación en toda lengua y a todos los hombres:

“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”.
Jesús viene por medio de vuestra acción Sacerdotal, que se ejercita en llevar a todos a Él, vuestro Redentor y Salvador.

“Quien creyere y fuere bautizado será salvo”.
Jesús viene por medio del Sacrificio Eucarístico, que renueva aquél llevado a cabo por Él en el Calvario, para lavar, también hoy, con su Sangre Divina, todo el pecado y el mal del mundo.
“Hace esto en memoria Mía”.

Jesús viene por medio del Sacramento de la Reconciliación, que retorna a todos los pecadores a la Casa de su Amor Misericordioso.

“A quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados”.
Jesús viene por medio de los Sacramentos, de los cuales vosotros sois los Ministros; y de vuestra persona que debe reflejar la Luz de su perenne presencia.

“Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos”.
En este vuestro día del Jueves Santo, Yo pido a cada uno de vosotros que deis a todos la alegría de su Divina Presencia entre vosotros.

Entonces, en la inmensa tiniebla que aún lo envuelve todo, vosotros ilumináis la tierra con la Luz de Jesucristo, que hoy sigue viniendo por medio de vosotros.”

24 DE MARZO DE 1989, VIERNES SANTO PERMANECED EN LA CRUZ

“Estoy aquí, con el Apóstol Juan que os representa a todos, hijos míos predilectos, bajo la Cruz sobre la cual mi Hijo Jesús está viviendo las horas sangrientas de su atroz agonía.
Cada gemido de su dolor traspasa, como espada mi alma dolorida.

Cada gota de su padecer es recogida en el cáliz abierto de mi Corazón Inmaculado.
Estoy aquí, buscando un poco de amor y de compasión que ofrecer para aliviar la gran sed de Jesús que agoniza.

Yo pido un poco de amor, pero en torno a nosotros sólo hay maldad inhumana, odio profundo, gritos y blasfemias que brotan de los corazones y de los labios de aquellos que asisten a su ejecución.

Y, entre ellos, hay un grito que penetra mi corazón, lo hiere y lo hace sangrar con indecible dolor.
“Baja de la Cruz. Si eres el Hijo de Dios sálvate a Ti mismo. Desciende de la Cruz y entonces sí creeremos en Ti”.

Pero si, precisamente para subir a esta Cruz, mi Hijo ha nacido, ha crecido y ha vivido: para convertirse en el dócil cordero que manso es conducido al matadero.

Él es el verdadero Cordero de Dios que quita todos los pecados del mundo.
Yo, con mi presencia de Madre, hoy, debo ayudarlo a permanecer sobre la Cruz, para que el Querer del Padre se cumpla y vosotros podáis ser redimidos y salvados por Él.

Permanece, oh Hijo Mío, sobre la Cruz: estoy aquí para ayudarte a extenderte sobre tu patíbulo, a sufrir, a morir.

Permanece, oh Hijo Mío, sobre la Cruz: sólo así nos salvas; solo así, atraes a todo el mundo a ti.
Para esto has descendido del seno del Padre a Mi seno virginal de Madre.

Para esto, durante nueve meses te he llevado en mi seno y te he dado carne y sangre, para tu nacimiento humano.

Para esto, has nacido de Mí en Belén y has crecido, como todo hombre, a través del ritmo de tu desarrollo humano.

Para esto, te has abierto como una flor, durante tu infancia y te has formado en el vigor de tu adolescencia.

Para esto, has llevado el peso del trabajo diario en la pobre casa de Nazaret, has estado asistido todos los días por Mí, tu tierna Madre, con la ayuda preciosa de tu padre legal, José.

Para esto has transcurrido los tres años fatigosos de tu vida pública anunciando el Evangelio de la Salvación, curando a los enfermos, perdonando a los pecadores, abriendo las puertas del Reino a los pobres, a los pequeños, a los humildes y a los oprimidos.

Para esto, has sufrido el juicio y la condena del tribunal religioso, convalidada por Pilato, que te ha entregado a la Cruz.

Estás ahí, hoy, extendido sobre el trono de tu gloria, preparado por el Padre Celestial para Ti, su Hijo Unigénito, dulce y divino Cordero que quita todo el pecado del mundo, el mal, el odio, la impureza y la muerte.

Cruz preciosa y fecunda, que llevas entre tus brazos al Salvador del mundo.
Madero dulce y saludable, en el que está suspendido el precio de nuestro rescate.
Cruz bendita y santificada por la Víctima Pascual, que hoy sobre ti se inmola en el único Sacrificio que salva y redime a todos.

Hijos predilectos, en este día de Viernes Santo, permitidme que os repita también a vosotros: Permaneced con Jesús en la Cruz.

No cedáis a las engañosas tentaciones de mi Adversario, a las fáciles seducciones del mundo, a las voces de aquellos que también hoy os repiten: “¡Bajad de la Cruz!”.

¡No! También vosotros, como Jesús, debéis comprender el Designio Divino de vuestro personal ofrecimiento sacerdotal.

También vosotros decid Sí al Querer del Padre y abríos a las palabras de oración y de perdón.
Porque hoy, también vosotros como Jesús, debéis ser inmolados por la salvación del mundo.”

25 DE MARZO DE 1989 SÁBADO SANTO EN EL SEPULCRO NUEVO

En el sepulcro nuevo hoy reposa el Cuerpo de mi Hijo Jesús en el sueño de la muerte.
En mi seno virginal, donde el Verbo del Padre descendió después del Sí que di en el momento de la Anunciación, se posa su Espíritu.

Y me siento Madre Dolorida y satisfecha, herida y aplacada, sumergida en un océano de dolor y envuelta en un manto de paz, sacudida por el llanto e imbuida de una interior y divina bienaventuranza.

Ya todo se ha cumplido.

Ahora Yo velo en acto de incesante oración, mientras mi Corazón se abre a la certeza de la resurrección de mi Hijo Jesús; mi mente se ilumina a la luz de su profecía y mi persona está toda proyectada en tensión de la espera de este su glorioso momento.

Es el día de mi maternal soledad.
Es el día de mi inmenso dolor.
Es el día fecundo de mi segura esperanza.
Es el primer día de mi nueva y espiritual maternidad.
Entrad, hijos predilectos, en la cuna de mi Corazón Inmaculado y preparaos también vosotros para el momento de vuestro nuevo nacimiento.
En el sepulcro nuevo, donde yace por este sólo día el Cuerpo sin vida de mi Hijo Jesús, depositad el hombre que en vosotros debe morir.
Depositad el hombre del pecado y del vicio, del odio y del egoísmo, de la avaricia y de la lujuria, de la soberbia y del orgullo, de la discordia y de la incredulidad.
Muera hoy en vosotros todo lo que habéis heredado del primer hombre.
Y salga finalmente a la luz el nuevo hombre que nace en el sepulcro nuevo, donde Cristo ha resucitado en el esplendor glorioso de su divinidad.
El hombre nuevo de la gracia y de la santidad.
El hombre nuevo del amor y de la comunión.
El hombre nuevo de la misericordia y de la pureza.
El hombre nuevo de la humildad y de la caridad.
El hombre nuevo de la docilidad y de la obediencia.
El hombre nuevo de la luz y de la santidad.

El hombre nuevo formado en el sepulcro nuevo y que adquiere vida en el momento gozoso de la Resurrección de Cristo.

Este vuestro nacimiento se realiza en la cuna de mi Corazón Inmaculado, junto a Mí, vuestra tierna Madre, que comienzo así la nueva tarea de mi espiritual y universal maternidad.

Solo este hombre nuevo, que nace en el Misterio Pascual de Cristo, puede abrir de par en par la puerta del sepulcro, en el que hoy yace toda la humanidad ya muerta, para hacerla resucitar a la nueva era de gracia y de santidad, que Cristo Resucitado os ha traído en el momento de su victoria sobre el pecado y sobre la muerte.”

26 DE MARZO DE 1989 PASCUA DE RESURRECCIÓN EN ESPERA DE SU GLORIOSO RETORNO

Hijos predilectos, vivid la alegría de la Pascua.
Jesucristo flagelado, coronado de espinas, vilipendiado, llevado a la Cruz, crucificado y ajusticiado como un malhechor, ha resucitado.

Con el poder que le viene de la Persona y de la naturaleza divina, ha reclamado de la muerte su naturaleza humana y, en el esplendor de su gloria, ha salido victorioso del sepulcro. Cristo resucitado está vivo en medio de vosotros.

No temáis: Él guía los acontecimientos de la historia humana a la realización del Querer del Padre y de su gran designio de salvación.
Cristo Resucitado está ahora en el Cielo, sentado en su trono de gloria a la derecha del Padre.
A Él están sometidas todas las cosas.

Bajo el escabel de sus pies serán humillados y vencidos todos sus enemigos.
Desde este día la historia humana se abre a la plena glorificación de Cristo Resucitado.
Cristo Resucitado volverá a vosotros sobre las nubes del cielo, en pleno fulgor de su gloria.
Vivid hoy en espera de su glorioso retorno.

No os dejéis desalentar por el momentáneo triunfo del mal y del pecado.
No os entristezca la actual victoria en el mundo del rechazo obstinado de Dios, de la rebelión a su Ley de amor, de una impiedad tan universal.

No permitáis que ni siquiera os asalte la duda o la desconfianza al ver a la Iglesia tan herida y golpeada, insidiada y traicionada.

Que la alegría pascual supere toda humana razón de aprensión y de tristeza.
Cristo resucitado está vivo entre vosotros. Cristo Resucitado marca con su victoria los acontecimientos del mundo y de la historia.

Cristo Resucitado quiere instaurar entre vosotros su Reino, para que sea glorificado por todo el universo creado.
Vivid siempre en la alegría y en una segura esperanza, en espera de su glorioso retorno.”

EL 666 Y LA MARCA EN LA FRENTE Y LA MANO

LA SANTÍSIMA VIRGEN:

Hijos predilectos, comprended ahora el designio de vuestra Madre Celeste, la Mujer vestida del Sol, que combate, con su ejército, en la gran lucha contra todas las fuerzas del mal, para obtener su victoria, en la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad.

Combatid Conmigo, pequeños hijos, contra el Dragón, que trata de llevar a toda la humanidad contra Dios.

Combatid Conmigo, pequeños hijos, contra la bestia negra, la masonería, que quiere conducir las almas a la perdición.

Combatid Conmigo, pequeños hijos, contra la bestia semejante a un cordero, la masonería infiltrada dentro de la vida eclesial, para destruir a Cristo y a su iglesia.

Para lograr este objetivo ella quiere construir un nuevo ídolo, es decir, un falso Cristo y una falsa Iglesia.

La masonería eclesiástica recibe órdenes y poder de las varias logias masónicas y actúa para conducir secretamente a todos a formar parte de estas sectas secretas.

Así pues, solicita a los ambiciosos con la perspectiva de fáciles carreras; colma de bienes a los hambrientos de dinero; ayuda a sus miembros a sobresalir y a ocupar los puestos más importantes, mientras de una manera disimulada, pero, decidida, margina a todos aquellos que se niegan a participar en sus planes.

En efecto, la bestia semejante a un cordero ejercita todo el poder de la primera bestia en su presencia y obliga a la tierra y a sus habitantes a adorar a la primera bestia.

Sin rodeos, la masonería eclesiástica llega hasta construir una estatua en honor de la bestia y obliga a todos a adorar esta estatua.

Pero según el primer mandamiento de la Santa Ley del Señor, sólo DIOS debe ser adorado y a Él sólo se debe tributar toda forma de culto.

Entonces se sustituye a DIOS por un ídolo poderoso, fuerte, dominador. Un ídolo tan poderoso como para dar muerte a todos aquellos que no adoren la estatua de la bestia.

Un ídolo tan fuerte y dominador que hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, reciban una marca sobre la mano derecha o en la frente, de manera que ninguno pueda comprar o vender sin tener esa marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre.

Este gran ídolo, construido para ser adorado y servido por todos, como ya os he revelado en el mensaje precedente, es un falso Cristo y una falsa Iglesia.

Pero, ¿Cuál es su nombre?

En el capítulo 13 del Apocalipsis está escrito: “Aquí se requiere sabiduría. El que tiene inteligencia calcule el número de la bestia; este número representa la cifra de un hombre. Tal cifra es 666 (seiscientos sesenta y seis)”.

Con la inteligencia, iluminada por la luz de la Divina Sabiduría, se logra descifrar del número 666 el nombre de un hombre y este nombre, indicado por tal número, es el del Anticristo.

Lucifer, la serpiente antigua, el diablo o Satanás, el dragón rojo, se vuelve, en estos últimos tiempos, el Anticristo.

El Apóstol San Juan ya afirmaba que cualquiera que negara que Jesucristo es Dios, es el Anticristo.

La estatua o el ídolo construido en honor de la bestia para ser adorado por todos los hombres, es el Anticristo.

Calculad ahora su número 666, para comprender cómo indica el nombre de un hombre.
El número 333 indica la Divinidad.

Lucifer se rebela contra Dios por soberbia, porque quiere ponerse por encima de Dios.

El 333 es el número que indica el misterio de Dios. Aquél que quiere ponerse por encima de Dios lleva el signo de 666; por lo tanto este número indica el nombre de Lucifer, Satanás, es decir, de aquel que se pone contra Cristo, del Anticristo.

El 333 indicado una vez, es decir por 1, expresa el misterio de la Unidad de Dios.

El 333 indicado dos veces, es decir por 2, indica las dos naturalezas, la divina y la humana, unidas en la Persona Divina de Jesucristo.

El 333 indicado por tres veces, es decir por 3, indica el misterio de las Tres Personas Divinas, o sea, expresa el misterio de la Santísima Trinidad.

Entonces el número 333 enunciado una, dos o tres veces, expresa los Misterios principales de la Fe Católica, que son:

1º) la Unidad y la Trinidad de Dios.
2º) La Encarnación, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Si el 333 es el número que indica la Divinidad, aquel que quiere ponerse por encima del mismo Dios es indicado con el número 666.

El 666 enunciado una vez, es decir por 1, expresa el año 666 seiscientos sesenta y seis.

En este período histórico el Anticristo se manifiesta a través del fenómeno del Islam, que niega directamente el misterio de la Divina Trinidad y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

El islamismo, con su fuerza militar, se desencadena por doquier, destruyendo todas las antiguas comunidades cristianas, invade Europa y sólo por una intervención maternal y extraordinaria Mía, solicitada fuertemente por el Santo Padre, no logra destruir completamente la Cristiandad.

El 666 indicado dos veces, es decir por 2, expresa el año 1332, mil trescientos treinta y dos.

En este período de tiempo histórico el Anticristo se manifiesta con un radical ataque a la fe en la Palabra de Dios.

A través de los filósofos, que comenzaron a dar exclusivo valor a la ciencia y luego a la razón, se tiende gradualmente a constituir como único criterio de verdad a la sola inteligencia humana.

Nacen los grandes errores filosóficos que se prolongan a través de los siglos hasta vuestros días.

La importancia exagerada dada a la razón, como criterio exclusivo de verdad, lleva necesariamente a la destrucción de la fe en la Palabra de Dios.

En efecto, con la reforma protestante se rechaza la Tradición como fuente de la Divina Revelación, y se acepta sólo la Sagrada Escritura.

Pero también ésta debe ser interpretada por medio de la razón, y se rechaza obstinadamente el Magisterio auténtico de la Iglesia Jerárquica, a quien Cristo ha confiado la custodia del depósito de la fe.
Cada uno es libre para leer y para comprender la Sagrada Escritura, según su personal interpretación.
De esta manera la fe en la Palabra de Dios es destruida.

Obra del Anticristo, en este período histórico, es la división de la Iglesia, la consiguiente formación de nuevas y numerosas confesiones cristianas, que gradualmente son impulsadas a una pérdida creciente de la verdadera fe en la Palabra de Dios.

El 666 enunciado 3 veces, es decir por 3, expresa el año 1998, mil novecientos noventa y ocho.
En este período histórico, la masonería, ayudada por la eclesiástica, logrará su gran objetivo: construir un ídolo para ponerlo en lugar de Cristo y de su Iglesia.

Un falso Cristo y una falsa Iglesia. Por lo tanto, la estatua construida en honor de la primera bestia, para ser adorada por todos los habitantes de la tierra y que marcará con su sello a todos aquellos que quieran comprar o vender, es la del Anticristo.

Habréis llegado así al vértice de la purificación, de la gran tribulación y de la apostasía.
La apostasía será entonces generalizada porque casi todos seguirán al falso Cristo y a la falsa Iglesia.
¡Entonces será abierta la puerta para la aparición del hombre o de la persona misma del Anticristo!
He aquí, hijos predilectos, por qué os he querido iluminar sobre las páginas del Apocalipsis, que se refieren a los tiempos que vivís.

Para prepararos Conmigo a la parte más dolorosa y decisiva de la gran lucha que se está combatiendo entre vuestra Madre Celeste y todas las fuerzas del mal que se han desencadenado.

¡Valor! Sed fuertes, mis pequeños niños. A vosotros corresponde la misión, en estos años difíciles, de permanecer fieles a Cristo y a su Iglesia, soportando hostilidad, luchas y persecuciones. Pero sois parte preciosa de la pequeña grey, que tiene la misión de combatir y de vencer al fin a la poderosa fuerza del Anticristo.

Os formo, os defiendo y os bendigo a todos.”

La marca en la frente y en la mano

“Hoy es la fiesta del nacimiento de vuestra Madre Celeste, hijos míos predilectos consagrados a mi Corazón Inmaculado.

Vividla en la alegría y en la paz, en el silencio y en la oración, en la confianza y en el filial abandono.
Vosotros sois los pequeños niños de vuestra Madre Niña.

Sois parte de mi progenie y pieza clave de mi designio victorioso.

Formáis una corona preciosa de pureza, de amor y de humildad en torno a la cuna en la que Yo estoy recostada.

Dejaos nutrir y formar por Mí; dejaos conducir con docilidad por Mí; dejaos marcar por Mí con mi sello maternal.

Éstos son los tiempos en que los seguidores de aquél que se opone a Cristo son sellados con la marca en la frente y sobre la mano.

La marca en la frente y en la mano es expresión de una total dependencia de quien es marcado por este signo.

El signo significa a aquél que es enemigo de Cristo, es decir, el Anticristo, y su marca cuando es impresa significa la completa pertenencia de la persona signada al ejército de aquél que se opone a Cristo y lucha contra su Divino y Real Dominio.

La marca es impresa en la frente y en la mano.

La frente indica la inteligencia, porque la mente es la sede de la razón humana.

La mano expresa la actividad humana, porque es con sus manos que el hombre actúa y trabaja.

Por lo tanto, es la persona la que es marcada con el sello del Anticristo en su inteligencia y en su voluntad.

Quien permite ser señalado con la marca en la frente es conducido a acoger la doctrina de la negación de Dios, del rechazo de su Ley, del ateísmo, que en estos tiempos, es cada vez más difundido y propagado.

Y así, es impulsado a seguir las ideologías hoy de moda y a hacerse propagador de todos los errores.
Quien permite ser señalado con la marca en la mano es obligado a actuar de una manera autónoma e independiente de Dios, ordenando la propia actividad a la búsqueda de bienes solamente materiales y terrenos.

De ese modo sustrae su acción al designio del Padre, que quiere iluminarla y sostenerla con su Divina Providencia; al amor del Hijo, que hace de la fatiga humana un medio precioso para su misma redención y santificación; al poder del Espíritu Santo que actúa por doquier para renovar interiormente a cada criatura.

Quien es marcado en la mano trabaja sólo para sí mismo, para acumular bienes materiales; hace del dinero su dios y acaba siendo víctima del materialismo.

Quien es marcado en la mano obra solo para la satisfacción de los propios sentidos, para buscar el bienestar y el placer, para dar plena satisfacción a todas sus pasiones, especialmente a la de la impureza, y se hace víctima del hedonismo.

Quien es señalado con la marca en la mano hace de su propio yo el centro de todo su obrar, mira a los demás como objetos para usar y explotar para provecho propio y se hace víctima del egoísmo desenfrenado y de la falta de amor.

Si mi Adversario marca con su sello a todos sus secuaces, ha llegado el tiempo en que también Yo, vuestra Celeste Capitana, marco con mi sello maternal a todos aquellos que se han consagrado a mi Corazón Inmaculado y forman parte de mi ejército.

Imprimo en vuestra frente mi sello son el Signo Santísimo de la Cruz de mi Hijo Jesús.

Así abro la inteligencia humana para acoger su Divina Palabra, amarla, vivirla; os conduzco a confiaros completamente a Jesús que os la ha revelado, y os transformo hoy en valientes testimonios de fe.

A los signados en la frente con la marca blasfema, Yo contrapongo a mis hijos, signados con la Cruz de Jesucristo.

Después ordeno toda vuestra actividad a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad.
Por eso imprimo en vuestra mano mi sello que es el signo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Con el signo del Padre, vuestra actividad humana es ordenada a una perfecta cooperación al designio de su Divina Providencia, que también hoy sigue disponiendo todas las cosas para vuestro bien.

Con el signo del Hijo, cada una de vuestras acciones es injertada profundamente en el misterio de su Divina Redención.

Con el signo del Espíritu Santo, todo vuestro obrar se abre a su poderosa fuerza de santificación, que sopla por todas partes como un fuego potente, para renovar desde los fundamentos a todo el mundo.

Hijos míos predilectos, dejaos marcar todos, en la frente y en la mano con mi sello maternal en este día en el que, recogidos con amor en torno a mi cuna, celebráis la fiesta del Nacimiento terreno de vuestra Madre Celestial.”

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