
En 1846 Nuestra Señora de La Salette le transmitió a Melania su voluntad de que fundara la Orden de la Madre de Dios de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, para lo cual le transmitió una Regla desglosada en 33 puntos y que recogen la espiritualidad que iba a caracterizar a dicha Orden. Pero como toda obra de Dios, la Regla fue cuestionada y literalmente perseguida por quien fuera Obispo de Grenoble, Monseñor Fava. Fue tal la oposición que en la práctica nunca se pudo concretar este pedido de Nuestra Señora en La Salette. No obstante, esta espiritualidad ha inspirado a hombres y mujeres de este tiempo para que la lleven a su vida, y de esta forma, y a pesar de las oposiciones de algunos jerarcas de la Iglesia, van contribuyendo como apóstoles de la Santísima Virgen a trabajar por la instauración del Reino de Cristo en la tierra, librando la batalla final de estos tiempos. Para edificación de los lectores y para que se conozcan los lineamientos pedidos por el Cielo para constituirse en apóstol de estos tiempos y contribuyan así a aplastar junto con María Santísima la cabeza de la serpiente, citamos a continuación la Regla que por muchos años ha estado oculta a la mayoría de los fieles. Que el Espíritu Santo abra el entendimiento e ilumine a los lectores que han sido llamados para hacer vida este pedido del Cielo.
- Los miembros de la Orden de la Madre de Dios amarán a Dios por encima de todas las cosas y a su prójimo como a ellos mismos por el puro amor de Dios.
- El Espíritu de esta Orden no es otro que el espíritu de Jesucristo en sí y el espíritu de Jesucristo en las almas.
- Los miembros de esta Orden se aplicarán a estudiar a Jesucristo y a imitarle, y cuanto más conocido sea Jesucristo más se humillarán a la vista de su nulidad, de su debilidad, de su incapacidad para hacer un bien real en las almas sin la gracia divina.
- Serán de una obediencia perfecta en todo y por todo.
- Cada uno de ellos conservará una gran castidad de cuerpo y espíritu a fin de que Jesucristo fije en ellos su morada.
- Los miembros de esta Orden tendrán su corazón y su alma sólo en el amor a Jesucristo.
- Ninguno tendrá nada propio para él, sino que todo será común, sin ambicionar la menor de las cosas pasajeras; quiero que mis hijos estén desnudos, despojados de todo.
- Tendrán una gran caridad, sin límites; sufrirán todo de todo el mundo, a ejemplo de su Divino Maestro y no harán sufrir a nadie.
- Los miembros de la Orden obedecerán a sus superiores y les rendirán el honor y el respeto que les es debido, con una gran sencillez de corazón.
- La superiora vigilará con dulzura la observancia de la regla; cada cierto tiempo consultará con el padre Misionero que cuidará de vuestras almas, a fin de ser ayudada en el buen gobierno de la casa; será la más humilde y será más severa con ella misma que con las demás. Corregirá las faltas de sus hijas con gran dulzura y prudencia; elevará siempre su alma a Dios antes de hacer una corrección.
- Estará en el santuario el Santo Sacramento expuesto día y noche, durante los meses de septiembre, febrero y mayo (19 de septiembre de 1846: aparición de Nuestra Señora en La Salette; 11 de febrero de 1858, en Lourdes; 13 de mayo de 1917, en Fátima), donde los miembros de la Orden tendrán la dicha de pasar felices horas cuando la caridad o la salvación de las almas no les retengan en otra parte.
- Llevarán una buena vida interior, aunque laboriosa, uniendo la vida contemplativa a la vida activa: se sacrificarán y se harán todos víctimas de Jesús y de Jesús crucificado.
- Recibirán todos los días, con verdadera piedad el Pan de Vida; podréis sin embargo suprimir la comunión a aquellos miembros en los que veáis que no siguen las huellas de Jesús crucificado.
- Aparte de los ayunos mandados por la Iglesia, ayunarán también durante los meses de septiembre, febrero y mayo. Utilizarán algunos instrumentos de penitencia; los que sean demasiado débiles y no puedan hacer las obras de expiación, ofrecerán con humildad y dulzura su minusvalía a Jesucristo.
- Ayunarán todos los viernes y harán alguna penitencia. Todas estas obras serán ofrecidas para las almas del Purgatorio, en favor de la conversión de los pecadores y para su propio avance en el amor a Dios.
- Los miembros de la Orden serán muy humildes y dulces con los seglares y los recibirán con mucha bondad: los más humildes ocuparán el primer lugar tanto en el corazón de Jesús como en el mío.
- Los miembros sólo tendrán un corazón y un alma; ninguno se atendrá a su propia voluntad.
- Serán de una pureza angelical, observarán una gran modestia en todo y por todo.
- Todos guardarán un gran silencio, evitando con cuidado las conversaciones inútiles con los extraños.
- Las personas que quieran ser recibidos lo serán con la disposición bien sincera de darse enteramente a Dios y de sacrificarse por su amor. Se atendrán con esmero a la obediencia, que les conducirá al cielo.
- No serán admitidos al número de los postulantes sino tras haber hecho un retiro de 12 días, durante el cual harán una confesión general al Padre Misonero, confesor de la comunidad; si ellos están dispuestos a trabajar con todas sus fuerzas para santificarse y adquirir las virtudes propias de una Víctima que quiere inmolarse cada día por el Dios del cielo y de la tierra, serán recibidos en el Noviciado y estarán tres meses antes de tomar el hábito de la Orden; recordarán que no han sido recibidos en la casa de la Madre de Dios sino para trabajar en su santificación mediante la oración, la penitencia y por medio de todas las obras que miran a la gloria de Dios y a la salvación de las almas.
- Mis Misioneros serán los Apóstoles de los últimos tiempos; predicarán el Evangelio de Jesucristo en toda su pureza por toda la tierra.
- Tendrán un celo infatigable, predicarán la reforma de los corazones, la penitencia y la observancia de la Ley de Dios; predicarán respecto a la necesidad de la oración, sobre el desprecio de las cosas de la tierra, sobre la muerte, el juicio, el paraíso y el infierno, sobre la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Fortalecerán a los hombres en la fe, a fin de que cuando llegue el demonio, un gran número de éstos no sea engañado.
- Se formará bien a los nuevos aspirantes en las virtudes cristianas y en la práctica de la humildad, la caridad, la obediencia, la renuncia y la dulzura.
- El Noviciado será de seis años; los que hayan dado prueba de sólidas virtudes y quieran colocarse en el número de los combatientes de Jesucristo en esta Orden, pedirán esta gracia de rodillas a la Superiora, y tras hacerles conocer sus obligaciones con la Regla que os doy, si os prometen observarla fielmente, les recibiréis.
- La oración se hará en común en el santuario, a la hora que sea conveniente y se establezca.
- Se comerá en el refectorio común lo que se necesite para sostener la vida y para trabajar en la gloria de Dios; al mismo tiempo que se dará al cuerpo lo que le conviene, el alma se fortificará mediante una santa lectura que se hará durante la comida.
- Se tendrá el mayor cuidado de los miembros achacosos y enfermos.
- Si un miembro ofendiera a otro mediante palabra u obra, que repare su falta lo más pronto posible.
- Todos los miembros de esta Orden harán la genuflexión cada vez que pasen ante el Tabernáculo donde esté Jesucristo.
- Cada vez que los aspirantes se encuentren, el uno dirá: "¡Que Jesús sea amado por todos los corazones!", el otro responderá "Así sea".
- Las religiosos dirán el oficio, como las religiosos de Corenc cerca de Grenoble; los capítulos y otras prácticas se harán igual.
- Todos los miembros llevarán una cruz como la mía. Observad bien mi Regla.
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