No sería materia de una definición dogmática, sino más bien corresponde a leyes o instrucciones disciplinarias que están vinculadas con la fe. En los años previos a Vaticano II, se desarrolló la idea de la “asistencia pasiva”, que dice que se podría asistir a los servicios no católicos siempre y cuando no se participara activamente; en otras palabras, la idea liberal enseñaba que se podía ir a las iglesias protestantes, iglesias cismáticas, e incluso a las sinagogas judías, etc., para el funeral o el matrimonio de un pariente o amigo, siempre y cuando no se “participara activamente”. Esto fue claramente una novedad mala y comprometedora [es decir, la fe se ve comprometida]. Para refutar esto, citamos la encíclica del Papa Pío IX, Graves ac diuturnae. Hablando sobre los herejes y cismáticos “Viejos Católicos”, Pío IX nos dice:
Papa Pío IX, Graves ac diuturnae, # 4, 23 de marzo de 1875: “Ellos [los fieles] deben rehuir totalmente sus celebraciones religiosas, sus edificios y sus cátedras de pestilencia que ellos han impunemente establecido para difundir las enseñanzas sagradas. Deben evitar sus escritos y todo contacto con ellos. No deben tener trato o reunión alguna con los sacerdotes usurpadores y apóstatas de la fe que osan ejercer los deberes de un ministro eclesiástico sin poseer ninguna misión legítima ni jurisdicción”.
Obviamente, si hay que “rehuir totalmente” sus celebraciones religiosas y sus edificios, entonces no se puede asistir a los servicios, funerales o matrimonios no católicos por ningún motivo, ni mucho menos para apaciguar a los amigos, parientes o compañeros de trabajo y darles a los no católicos la falsa impresión de que por sus vidas no católicas ellos pueden conseguir la salvación o que los matrimonios no católicos son agradables a Dios.
Además, definitivamente no se debe ir a la recepción de la boda o a los eventos de los funerales después de los servicios. Porque hacer aquello es dar a los no católicos la falsa impresión de lo mismo: que su matrimonio es agradable a Dios o que las personas se pueden salvar siendo no católicas. Un verdadero católico debe rechazar por completo todos los eventos asociados a los funerales y las bodas no católicas, incluyendo las recepciones que siguen después del servicio.
Papa Pío XI, Mortalium animos, # 9, 6 de enero de 1928: “Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: ‘Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’(II Juan 10)”.
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