El culto a María, como "Madre de Dios", es el culto mariano más antiguo y universal.
El concilio de Éfeso, en el año 431, al condenar los errores de Nestorio, declaró dogma de fe que la Virgen María es Madre de Dios, pues su hijo, Jesús, es Dios. En 1969, después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la Iglesia instituyó esta fiesta y le asignó el primer día del año para su celebración.
Ave Maria, gratia plena.
Dominus tecum,
benedicta tu in mulieribus,
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,
ora pro nobis peccatoribus, nunc,
et in hora mortis nostrae.
Amen.
“Al inicio de un nuevo año, el Pueblo cristiano
se reúne espiritualmente ante la gruta de Belén,
donde la Virgen María dio a luz a Jesús.
Pedimos a la Madre la bendición, y ella nos bendice
mostrándonos al Hijo: de hecho, Él en persona es la Bendición.
Dándonos a Jesús, Dios nos lo ha dado todo: su amor,
su vida, la luz de la verdad, el perdón de los pecados;
nos ha dado la paz. Sí, Jesús es nuestra paz (cfr Ef 2,14).”
(Palabras de Benedicto XVI antes del rezo del Angelus,
1 de enero de 2011)
El concilio de Éfeso, en el año 431, al condenar los errores de Nestorio, declaró dogma de fe que la Virgen María es Madre de Dios, pues su hijo, Jesús, es Dios. En 1969, después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la Iglesia instituyó esta fiesta y le asignó el primer día del año para su celebración.
Ave Maria, gratia plena.
Dominus tecum,
benedicta tu in mulieribus,
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,
ora pro nobis peccatoribus, nunc,
et in hora mortis nostrae.
Amen.
“Al inicio de un nuevo año, el Pueblo cristiano
se reúne espiritualmente ante la gruta de Belén,
donde la Virgen María dio a luz a Jesús.
Pedimos a la Madre la bendición, y ella nos bendice
mostrándonos al Hijo: de hecho, Él en persona es la Bendición.
Dándonos a Jesús, Dios nos lo ha dado todo: su amor,
su vida, la luz de la verdad, el perdón de los pecados;
nos ha dado la paz. Sí, Jesús es nuestra paz (cfr Ef 2,14).”
(Palabras de Benedicto XVI antes del rezo del Angelus,
1 de enero de 2011)