domingo, 23 de agosto de 2009

San Bernardo de Claraval


En ciertas épocas la Providencia hace surgir hombres providenciales que marcan todo su siglo, como San Bernardo, el Doctor Melifluo, cantor de la Virgen, gran predicador de cruzadas, extirpador de cismas y herejías, pacificador eximio y uno de los mayores místicos de la Iglesia
En una familia privilegiada, de gran fortuna y poder, nació Bernardo a finales del siglo XI. Su mayor riqueza, sin embargo, era una arraigada fe católica. Su padre, Tecelim, gran señor, era bueno y piadoso, y su madre, Alicia, sería venerada como bienaventurada por la Iglesia en Francia. Cuando nació Bernardo, el tercero de siete hijos, además de ofrecerlo a Dios, como hizo con toda su prole, ella lo consagró al servicio de la Iglesia.
Además de buena apariencia física, tenía Bernardo una inteligencia viva y penetrante, elegancia en su dicción, suavidad de carácter, rectitud natural de alma, bondad de corazón, una conversación atrayente y llena de encanto. Una modestia y una propensión al recogimiento lo hacían parecer tímido.

Radicalidad en la práctica de la pureza
Con tantas cualidades naturales y una posición social envidiable, al crecer podría fácilmente ser desviado hacia el mundanismo. Pero Bernardo probó que la alta condición social, sies vivida con Fe, puede ayudar a la práctica de la virtud.
A los 19 años era alto, bien proporcionado, con profundos ojos azules que iluminaban un rostro varonil, encuadrado por una rubia cabellera. Su porte era al mismo tiempo noble y modesto.Un día, en una recepción social, la figura de una joven lo atrajo y lo perturbó. Inmediatamente, para apartar aquella visión que fue casi obsesiva, se lanzó en un estanque de agua fría y allí permaneció hasta que lo sacaron. Hizo entonces el propósito de consagrarse totalmente a Dios.

Entrada a la Abadía de Cister
En el año 1098 San Roberto fundó, en un valle llamado Cister, una rama reformada de la famosa abadía de Cluny, ya entonces en decadencia. La severidad de su regla fue apartando a los candidatos, mientras que los primeros monjes iban muriendo. San Esteban Harding, sucesor de San Roberto, pensaba en cerrar definitivamente las puertas de la abadía cuando un día treinta nobles caballeros aparecieron y pidieron entrar en la Orden. Eran Bernardo con hermanos, un tío y amigos.
Era tan intenso el don de persuasión que poseía ese hombre lleno de amor de Dios que, al predicar, las mujeres agarraban a sus maridos y las madres escondían a sus hijos, por miedo que lo siguiesen.


Comunicación continua con Dios
Bernardo se entregó a la práctica de la regla como monje consumado. Puesto que en los caminos de la virtud hay varias vías para alcanzar la santidad, Bernardo se empeñó con total radicalidad en aquella para la cual se sentía llamado por Dios.Dominó de tal manera sus sentidos, que comía sin sentir el sabor, oía sin oír. Dominó el paladar a tal punto, que una vez bebió sin percibir un vaso de aceite en vez de agua. Formó para sí un claustro interior en el cual vivía tan recogido que, después de dos años, no sabía si el techo de la abadía era abovedado o liso, y si había ventanas en la capilla. Su comunicación con Dios era continua, de forma tal que mientras trabajaba no perdía su recogimiento interior.
Fundador de Claraval, atrae las almas a Dios
Dos años después de su entrada en el Cister, es enviado por San Esteban como superior de un grupo de monjes para fundar la abadía de Claraval. Bernardo tenía apenas 25 años.La nueva abadía quedaba en un lugar inculto y agreste. De ahí el nombre de Valle del ajenjo. No obstante San Bernardo lo transformó en Valle Claro o Claraval, difundiendo su fama por toda Francia y Europa.
Bernardo había alcanzado un grado supremo de amor a Dios y de unión con la voluntad divina, pero le faltaba aún comprender la debilidad de sus subordinados. Tenía escrúpulos de dirigirlos por la palabra, creyendo que Dios les hablaría en lo profundo del alma mucho mejor que él. Estaba con esa tentación, cuando un día se le apareció un niño envuelto en una luz divina. Con gran autoridad, le ordenó que dijera todo cuanto le viniese al pensamiento, porque sería el propio Espíritu Santo que hablaría por su boca. Al mismo tiempo, Bernardo recibió la gracia especial de comprender las debilidades de los otros y de acomodarse al espíritu de cada uno, para ayudarlos y vencer sus miserias.
El modo como Bernardo atraía vocaciones para Claraval era milagroso; por ejemplo, cuando todo un grupo de nobles –que por curiosidad quisieron conocerlo– entraron de novicios. Actuaba como si fuese un poderoso imán para atraer almas a Dios.Enrique de Francia, hermano del Rey LuisVII, fue a Claraval a tratar de un asunto importante con San Bernardo. Cuando iba a salir, pidió ver a todos los monjes, a fin de recomendarse a sus oraciones. Bernardo le dijo que muy pronto experimentaría la eficacia de esas oraciones. El mismo día Enrique se sintiótocado por la gracia al punto que, olvidando que era sucesor al Trono, quiso quedarse en Claraval. Con el tiempo fue Obispo de Beauvais y después Arzobispo de Reims.
Claraval creció tanto que, habitualmente, allí había de 600 a 700 monjes. Pese a ello, cada uno mantenía su aislamiento interior y silencio, como si estuviesen solos. Jamás un monje estaba inactivo, todos tenían un trabajo manual que hacer, cuando no se dedicaban a la oración en el coro o en sus celdas.Con el tiempo y con el número crecientede vocaciones, Bernardo pudo fundar 160 casas de su Orden, no sólo en Francia sino también en otros países de Europa.

Extirpador de cismas
La misión pública de San Bernardo casi no tuvo similar en la Historia. Fue, por ejemplo, llamado a combatir el cisma del antipapa Anacleto II. Recorrió toda Europa, conquistando rey y reinos para la causa justa. Fue el alma de los Concilios de Letrán, de Troyes y de Reims, convocados por el Papa para tratar asuntos de la Iglesia.
La prédica de San Bernardo era en general acompañada por un gran número de milagros. Liberaba a posesos del demonio, restituía la vista a ciegos, los paralíticos caminaban, los mudos hablaban, los sordos oían.
Prácticamente no podía transitar sin ser seguido por una multitud de enfermos y de sanos que lo querían tocar. Para protegerse, se veía obligado a hablar a la multitud desde una ventana.Por todos lados el santo era llamado “el padre de los fieles, Columna de la Iglesia, apoyo de la Santa Sede y Ángel tutelar del pueblo de Dios”.

Aniquilador de herejías y predicador de la II Cruzada
Bernardo fue el protector de la Fe contra las herejías de Pedro Abelardo y Arnaldo de Brescia, que querían renovar los antiguos errores de Arrio, Nestorio y Pelagio. Combatió también los errores de Gilberto de la Porée, Obispo de Poitiers.Pero la principal herejía que el santo combatió fue la de un monje apóstata llamado Enrique, que en el Languedoc llevaba a cabo una guerra cruel contra la Iglesia, atacando los Sacramentos y los sacerdotes fieles.

El santo abad fue también llamado a predicar la II Cruzada, lo que hizo con la fuerza de su elocuencia y el poder de los milagros. Cuenta su secretario que en Alemania curó, en un solo día, nueve ciegos, diez sordos o mudos, diez paralíticos. En Mayence, la multitud que lo rodeó fue tan grande, que el Rey Conrado debió tomarlo en sus brazos para sacarlo de la iglesia.



Cantor de la Virgen
La devoción de Bernardo a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María eran incomparables. Cierto día, cuando entraba en la catedral de Spira, en Alemania, en medio del Cleroy del pueblo, se arrodilló tres veces, diciendo en la primera: “¡Oh Clemente!”; en la segunda “¡Oh Piadosa!”; y en la tercera genuflexión: “¡Oh dulce Virgen María!”. La Iglesia sumó estas invocaciones al final de la Salve Regina.
En fin, muchas otras cosas se pueden decir de este Santo excepcional. En sus últimas horas, sus hijos espirituales hacían violencia al Cielo para retenerlo en la tierra. San Bernardo se lamentó dulcemente diciéndoles: “¿Por qué deseáis retener aquí a un hombre tan miserable? Usad de la misericordia para conmigo, os lo pido, y dejadme ir a Dios”. Lo que sucedió el día 20 de agosto de 1153.