miércoles, 2 de enero de 2013

Epifanía del Señor



El origen semántico de la palabra EPIFANÍA proviene del latín epiphanīa, y este del griego πιφνεια: MANIFESTACIÓN: Jesús se da a conocer. La historia sagrada nos narra como Jesús se manifiesta a varias personas y en varias ocasiones importantes: Epifanía cuando los Reyes Magos de Oriente, Epifanía del Bautismo del Señor. Jesús se manifiesta al pueblo judío y Epifanía en las Bodas de Caná, manifestación a sus
discípulos.

La Epifanía es una de las fiestas más antiguas, con vestigios en el siglo II. Estuvo sobre todo vinculada al recuerdo del Bautismo del Señor, cuando Dios Padre dio testimonio público de su Hijo en la Tierra. Pero pronto prevaleció la visita de los Magos, en los que se reconocen los representantes de los pueblos llamados a conocer a Cristo desde fuera de la comunidad de Israel. Por tanto, en la Epifanía es la primera vez que el Redentor y Salvador del mundo se manifiesta públicamente al mundo pagano, con la visita de los tres Reyes Magos venidos de Oriente (Mat 2, 1-12). El Hijo de Dios hecho carne llama de esta forma a todos los pueblos, de toda raza, lengua, cultura y religión representados en los tres Magos para adorarle, rendirle culto y alabanza. 

La fiesta de la Epifanía de origen oriental probablemente comenzó a celebrarse en Egipto, de allí pasó a otras iglesias de Oriente, y a principios del siglo IV fue traída a Occidente coincidiendo con la institución de la Navidad en Roma. En cuanto a los Reyes Magos, según la tradición de la Iglesia del siglo I, los define como hombres sabios y poderosos que cultivaban el conocimiento del hombre y la naturaleza de acuerdo a
unos principios divinos, es decir, en contacto con Dios.

Sus nombres no aparecen en la Biblia, pero si en el siglo V en dos textos, el primero “Excerpta Latina Bárbari” donde se les llama Melichior, Gathaspa y Bithisarea. El segundo texto corresponde a un evangelio apócrifo: “El Evangelio Apócrifo armenio de la infancia” en el que se les llama Balthazar, Melkon y Gaspard.
Melchor, se le ve como un anciano blanco con barbas, trae como regalo oro que representa la realeza de Cristo.

Gaspar, joven, de piel morena, trae incienso, representando la divinidad de Cristo.
Baltasar, de raza negra, ofrece al Niño Dios mirra, sustancia que se utiliza para embalsamar cadáveres, representando su humanidad, el sufrimiento y la muerte del Señor.
Sus restos mortales estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante de Oriente hasta el año 474, posteriormente fueron trasladados a la Catedral de Milán (Italia) y en 1164 de nuevo trasladados a la Catedral de Colonia (Alemania).

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