domingo, 29 de abril de 2012

LA SANTISIMA VIRGEN COMULGO DE MANO DE SAN PEDRO



He leído en el libro de la “Ciudad Mística de Dios”, de Sor María de Jesús de Agreda, cómo fue la primera Misa de los Apóstoles, al octavo día de la Venida del Espíritu Santo, en el mismo plato y cáliz en que había consagrado el Señor. La primera Misa la celebró San Pedro y asistió a ella María Santísima. Pues bien, en esas revelaciones aprobadas por la Iglesia, se dice que la Santísima Virgen comulgó de mano de San Pedro. Observen que dice de mano, no en la mano. Veamos cómo lo relata:

“Con profunda humildad y adoración -dicen estas revelaciones- se prepararon para comulgar. Y luego dijeron las mismas oraciones y salmos que Cristo Señor nuestro había dicho antes de consagrar, imitando en todo aquella acción, como la habían visto hacer a su divino Maestro. Tomó San Pedro en sus manos el pan ázimo que estaba preparado, y levantando primero los ojos al cielo con admirable reverencia, pronunció sobre el pan las palabras de la consagración del cuerpo santísimo de Cristo, como las dijo antes el mismo Señor Jesús”.

Luego san Pedro consagró el cáliz y con el sagrado cuerpo y sangre hizo las mismas ceremonias que nuestro salvador, levantándolos para que todos lo adorasen. Tras de esto se comulgó el apóstol a sí mismo y luego los once apóstoles, como María Santísima se lo había prevenido. Y luego por mano de San Pedro comulgó la divina Madre”.

Observen, queridos lectores, que mientras San Pedro y los demás apóstoles se comulgaron a sí mismos, la Santísima Virgen comulgó de mano de San Pedro. No dice expresamente que comulgase en la boca, pero sí lo da claramente a entender el texto, aprobado por la Iglesia. Conviene advertir y recordar al lector que cuando la mística Sor María de Jesús escribió por mandato de la Virgen estas revelaciones, revelaciones como digo aprobadas por la Iglesia, no existían como ahora tales concesiones de comulgar en la mano. Todo el mundo a la hora de leer estas revelaciones las entendió en el único sentido que tenían entonces, a saber, de que María comulgó en la boca y de rodillas de mano de San Pedro; pues si la mística Sor María de Jesús hubiese observado alguna circunstancia diferente, como sería comulgar en la mano o de pie, la hubiese señalado a todas luces.

La consecuencia, por tanto, es clara: si la Virgen, siendo Madre de Dios, comulgó en la boca por mano de San Pedro y no se comulgó a sí misma como los apóstoles, ¿qué deberíamos hacer nosotros, los seglares, los que no tenemos manos consagradas?. ¿O es que somos nosotros más que Ella?

Comunión en la boca

Parece -no obstante lo anteriormente referido- que en los primeros siglos, donde se tenía un conocimiento bastante imperfecto del Misterio Eucarístico, se comulgaba en algunas partes en la mano, lo que dio lugar a muchos abusos y herejías. Fue en el Sínodo de Rouén (años 649-653) donde se prohibió expresamente la comunión en la mano, pero siglos antes (en el IV, quizás en el III) ya se había desechado la mala costumbre arraigada de comulgar en la mano en casi todos los sitios.

En Zaragoza, desde 1990, se dan a la sombra del Pilar, algunos mensajes de la Virgen. En dichos mensajes se insiste en que no comulguemos en la mano, sólo en la boca y de rodillas. Así, por ejemplo, el 5 de mayo de 1990, tres meses después de que se iniciasen estas comunicaciones al instrumento Adela, se dice: “Comulgad de rodillas y no en la mano”.

Y el 3 de noviembre de 1990, dice: “Una vez más quiero recordaros que recibáis la Eucaristía de rodillas y en la boca. Muchos de mis hijos no comprenden el porqué, pero vosotros, que vais penetrando en la luz, hacerlo de esta forma, ya que estáis recibiendo a los más Grande dentro de vosotros”.

Un mes después, en concreto el 1 de diciembre de 1990, la Virgen vuelve a repetirlo: “Vuelvo a repetiros que inclinéis siempre vuestras rodillas al recibir la Eucaristía”. Ascensión de la Virgen, junto con su Hijo

Y el 2 de febrero de 1991, aniversario de la primera aparición, la Virgen dio un mensaje que no creo que muchos de los allí presentes entendiesen. El mensaje decía: “Yo soy puesta entre todos los hijos para vuestra enseñanza. Mirad que subí tres días a lo más alto, donde fui adoctrinada por mi Amado Hijo, mostrándome el amor con el cual debía cobijaros a todos”

¿Qué quiere decir esto de que subió tres días a lo más alto?. En la Ciudad Mística de Dios se refiere cómo la Santísima Virgen subió junto con su Hijo, el día de la Ascensión, a lo más alto, al Trono de la beatísima Trinidad, gozando en alma y cuerpo la gloria de la diestra de su Hijo. Allí, nos refiere la mística, estuvo la Virgen tres días con el más perfecto uso de las potencias y sentidos, y al mismo tiempo en el cenáculo con menos ejercicio de ellos.

Obró Dios el milagro admirable de que la Virgen estuviese en dos partes, quedando con los hijos de la Iglesia en el cenáculo, y subiendo al mismo tiempo en compañía del Redentor del mundo, y en su mismo trono, a los cielos.

En estos tres días el Altísimo le dio posesión para siempre de ese lugar, le renovó todos los dones que hasta entonces le había comunicado y le confirmó y selló de nuevo en el grado que le convenía, mostrándole el Señor su misión en la tierra y el amor con el cual debería cobijar a todos. A esto tan elevado y profundo se refiere la Virgen en el mensaje del día 2 de febrero de 1991. No creo que el instrumento, ni siquiera ahora, pero muchísimo menos en esa fecha, conociese nada del libro de la Ciudad Mística de Dios. Y este mismo instrumento de Zaragoza, llamado Adela, cuyos mensajes coinciden con Sor María de Agreda en algo tan peculiar e importante como el descrito, nos dice el 6 de abril de 1991:

Muchos hijos no creen, ni quieren escuchar, ni dejan ser guiados. Pero presto está el llegar el momento en que verán la realidad y será tarde para su arrepentimiento. Por eso, vosotros, despertad a la realidad y mirad que os repito que no toméis la Sagrada Forma en vuestras manos; tomadla de mis almas consagradas, porque el Castigo, hijos míos, recaerá también sobre aquellos que han consentido que el Cuerpo de mi amado Hijo vaya de mano en mano sin el menor respeto; por eso, doblad vuestra rodilla, cada vez que vayáis a recibirlo. Os repito estas palabras para que ninguno de vosotros se llame a engaño”.

Y el 5 de octubre de 1991, repite: “…os pido que no comulguéis en vuestras manos. Estáis profanando el Cuerpo de mi Divino Hijo, comulgad de rodillas, comulgad con amor y recibid lo más sagrado con todo vuestro respeto, ya que lo que se está haciendo es lo peor que el mundo comete hoy día”. ¿Lo peor?

Lo peor que el mundo comete hoy día no son los abortos, ni el hambre, ni las guerras, que pertenecen al orden natural sino la comunión en la mano, lo que coincide doctrina tan alta con lo que enseñó Teresa de Calcuta al periodista que le preguntó por el mayor mal que había en la humanidad. “…el mayor mal que hoy se comete en el mundo -le dijo Teresa de Calcuta- es el de la Comunión en la mano”.

¿Cómo es posible? ¿No serán exageraciones? Yo no lo creo: porque es mucho más grave perder la fe que perder la vida natural. Pediendo la fe, perdemos la vida sobrenatural que es mucho más importante que la vida del cuerpo. Y tocando lo sagrado con manos no consagradas contribuimos a perder el respeto y la fe en la divinidad de las Sagradas Especies. No peca el que comulga en la mano, quizás, pero esa actitud de no dar importancia a lo sagrado acaba pasándole factura; pues terminará pensando como actuó. Y el que actuó sin hacer distinción entre lo sagrado y lo profano, franqueando esa barrera abismal que hay entre el mundo visible y el invisible, el material y el espiritual, manoseando la Sagrada Hostia como si de una cosa material simple se tratara, terminará al final por perder la Fe en aquello que significa. Es un principio psicológico, que los masones conocen perfectamente y que cuidadosamente han logrado introducirnos. Existen documentos que demuestran cómo la Masonería, desde el siglo XIX, ha tratado de conseguir que los Católicos comulgasen en la mano y de pie.

He aquí lo que afirma Santo Tomás de Aquino: “Por reverencia a este Sacramento, ninguna cosa entra en contacto con Ella (la Eucaristía) a no ser que esté consagrada; por lo cual se consagran no sólo el corporal sino también el Cáliz y, asimismo, las manos del Sacerdote, para tocar este sacramento. De donde se deduce que a ningún otro le es lícito tocarlo” (Sum. Te. Q, 82, a, 3).

Y San Francisco de Asís, decía: “Sólo ellos (los sacerdotes) deben administrarlo, y no otros” (carta 2 a todos los fieles, 35). “Santas y Venerables Manos”, dice la Liturgia. Así son la manos del Sacerdote el día de su Ordenación, pero no las de los simples fieles, aptas para funciones más o menos profanas.

Las manos lo tocan todo, en la lengua se deposita sólo lo que está limpio y puro. Tocar, además, encierra cierta expresión de dominio sobre el objeto, y el Santísimo es un don, el Don de los dones, un regalo del Padre Dios, sin yo merecerlo.

No es cuestión de higiene sino de dignidad. Y al que afirma que en las manos es un gesto más natural, podría decírsele que en la Sagrada Eucaristía no hay nada natural. Todo es Sobrenatural.

Al comulgar en la mano, repetimos la idea anterior, el rito se degrada en cierto modo. El Santísimo es tratado como un objeto. Se hace más sensorial y recuerda mejor lo que es una comida vulgar. Al someter lo Santo a los sentidos (al tacto), al humanizar lo divino, al naturalizar lo sobrenatural, se pierde el sentido de lo Sagrado, vaciándolo de buena parte de su contenido, y contribuyendo este hábito a mermar la Fe. Y perder la fe es peor que perder la vida o morirse de hambre.

Comunión de rodillas

Que comulguéis inclinando vuestra rodilla y recibiendo con amor el Cuerpo de mi Amado Hijo tal y como os vengo enseñando. Hace tiempo que os repito este aviso…” (07-12-91)

Y el mismo día, un poco más adelante, dijo: “….porque si ante cualquier rey de la tierra dobláis la rodilla, ¿por qué no habéis de doblarla delante del Cuerpo Consagrado de mi Amado Hijo Jesús?.

Esa es la pregunta que todos deberíamos hacernos: Si Cristo es no sólo Rey de reyes sino Dios. ¿Por qué no debemos doblar nuestra rodilla en señal de humildad y sometimiento voluntario ante tan Gran Señor?.

No debemos olvidarnos de la distancia infinita que hay entre nuestra miseria y la Santidad Infinita de Dios. La Gracia nos comunica con Dios, pero no nos iguala a él. Es nuestro Pan, pero es también Nuestro Dios.

No es cierto que la ceremonia sea más rápida si se Comulga de pie y en la mano. La ceremonia se acorta cuando los fieles se disponen arrodillados a lo largo del Comulgatorio. Pero, tampoco es cuestión de rapidez, sino de dignidad, respeto y amor. Y a Dios no se le escatima el tiempo.

La confianza filial con Dios no exime del sincero y profundo respeto de adoración con que se le debe tratar.

Recibir la Comunión

El obispo de Mondoñedo-Ferrol ha recordado que los católicos divorciados, casados por lo civil o que forman parejas de hecho no deben recibir la Comunión, recordando así la doctrina de la Iglesia. Monseñor Gea aconsejaba a los párrocos que expliquen en sus homilías esta práctica, e indicó que se lo comenten a los interesados “individualmente antes de negarles la comunión”. éste es un buen obispo

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